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Sólo un 25% de los bolivianos votaría por la reelección del mandatario

Evo se queda sin partidarios

El 2011 no está siendo un buen año para Evo. Las petroleras y los sindicatos han sido los principales quebraderos del mandatario durante estos meses, problemas que al final le han pasado factura. La popularidad del indígena, notablemente resentida, ha caído un 40% respecto a los comicios de 2009 cuando fue reelegido en el cargo. Sólo el 25% de los bolivianos votaría de nuevo por él. La ampliación de las preferencias arancelarias por parte de EEUU, quizá sirva para enderezar esta situación, antes de que la imagen del presidente boliviano se haga añicos. El 2011 no está siendo un buen año para Evo. Las petroleras y los sindicatos han sido los principales quebraderos del mandatario durante estos meses, problemas que al final le han pasado factura. La popularidad del indígena, notablemente resentida, ha caído un 40% respecto a los comicios de 2009 cuando fue reelegido en el cargo. Sólo el 25% de los bolivianos votaría de nuevo por él. La ampliación de las preferencias arancelarias por parte de EEUU, quizá sirva para enderezar esta situación, antes de que la imagen del presidente boliviano se haga añicos.

El diario boliviano Página 7 publicó el pasado domingo un sondeo en el que se revela que el respaldo al mandatario ha tenido un fuerte retroceso en los últimos años, tanto que si las elecciones se celebraran ahora, Morales obtendría el 25% de los votos. Casi 40 puntos menos de los que alcanzó en 2009, cuando fue reelegido. Por entonces, el 64% de los votos apoyaron su continuidad en el Gobierno, a un Evo que fue el primer indígena en llegar a la presidencia de Bolivia.

En estos momentos, la situación que vive Morales no se parece nada a la de hace dos años. El intento por subir el precio de los combustibles hasta en un 83%, el famoso ‘gasolinazo’, ha provocado un terremoto político que casi desestabiliza al Gobierno y ha dejado dañada la economía del país. El vicepresidente Álvaro García Linera anunció esta medida el pasado 26 de diciembre, aunque finalmente fue rechazada por el presidente Evo Morales cinco días después. Sin embargo, de poco le sirvió, por lo que Evo ganó más enemigos que adeptos. A las pruebas nos remitimos.

Enfrentamientos entre transportistas y representantes de otros sectores sociales y el alza de precios en los principales productos de la canasta familiar, han sido las principales consecuencias en las que derivó la fórmula del ejecutivo. Siete meses después del ‘gasolinazo’, aún se siguen contemplando en el país las dificultades que acarreó el intento de la subida del precio de los combustibles. Los primeros en movilizarse ante esta medida fueron los chóferes que buscaron apalear la medida, incrementando el precio de las tarifas en el transporte. Este hecho provocó el rechazo de la población y, consecuentemente, incitó al sindicato obrero a salir a la calle exigiendo un aumento salarial.

Ni las huelgas de los chóferes, ni las manifestaciones de los sindicatos han logrado que el Gobierno llegue a un acuerdo con ambos sectores. La situación en Bolivia sigue siendo delicada. Los paros y las reivindicaciones se siguen sucediendo.

Los problemas sociales podrían dejar fuera del Gobierno al indígena. El estudio divulgado apunta que el 50% de los encuestados reconoció que ahora hay más posibilidades de que en el futuro se vote por la oposición. En el escenario político boliviano, los principales rivales del actual mandatario son el opositor gobernador del departamento oriental de Santa Cruz, Rubén Costas, que tiene un apoyo del 20%, y el empresario Samuel Doria Medina, con un 17%.

Afortunadamente, no todo ha sido malo en estos duros meses. Mientras Morales continúa lidiando con los sindicatos, otros problemas parecen que empiezan a encauzarse y el Gobierno empieza a hacer negocio. La realidad de las arcas públicas, mermadas por los escasos ingresos, ha obligado al ejecutivo a repensar el papel de las petroleras internacionales en el país. La argentina YPF, filial de la española Repsol, y la brasileña Petrobras han firmado un acuerdo con la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), para la exploración de hidrocarburos en seis áreas del sur de Bolivia.

La situación es cuanto menos curiosa. Hace 5 años, durante el proceso de nacionalización del sector de hidrocarburos del país, el presidente boliviano Evo Morales envió a las Fuerzas Armadas a tomar los 56 campos petroleros que gestionaban ambas compañías, imagen que dio la vuelta al mundo.

En mayo de 2006, 100 días después de que el mandatario llegara al poder, hizo realidad una de sus principales promesas de campaña: la nacionalización de los hidrocarburos, que otorga al Estado el control absoluto de los importantes yacimientos de gas y petróleo del país. Morales explicó que, de este modo, los bolivianos volvían a asumir la propiedad de este recurso natural que se constituiría en el pilar central del desarrollo de Bolivia.

Obama también le ha echado un cable. El vicepresidente de la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (Caneb), Guillermo Pou Munt, ha anunciado que el Gobierno estadounidense aprobará la ampliación del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) por dos años más. Este programa, que tiene por objeto fomentar la diversificación de las economías en países en desarrollo, beneficiará las exportaciones bolivianas al país norteamericano. EEUU suspendió hace dos años las preferencias arancelarias para Bolivia, lo que obligó a los exportadores de esta nación a pagar impuestos desde enero de 2011.

Bolivia deberá renovar las condiciones para el resto del universo arancelario para reponer ese mercado, dado que los exportadores de ese país llevan seis meses pagando aranceles en EEUU. El vicepresidente de la Caneb señaló que algunos productos como el sector textil, cuero y minería continuaron exportándose a la nación del norte pero con precios más bajos y pagando los aranceles. Estas exportaciones generaron ingresos por dos millones de dólares (1,4 millones de euros).

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