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Argentina, Chile y Bolivia negocian la creación de la «OPEP» del litio

Bolivia, cuando el largo proceso para dotarse de una industria acorde haya finalizado, debe convertirse en el principal productor del litio del mundo. En su territorio cuenta con el 50% de las reservas mundiales de este mineral. Sumado al 25% que posee Chile y al 10% de Argentina, los tres países contarían con el 85% de las reservas, por lo que podrían marcar el precio de un material que, también ahora pero mucho más en el futuro, va a convertirse en indispensable para la fabricación de baterías para los coches eléctricos y otro tipo de productos tecnológicos. Bolivia, cuando el largo proceso para dotarse de una industria acorde haya finalizado, debe convertirse en el principal productor del litio del mundo. En su territorio cuenta con el 50% de las reservas mundiales de este mineral. Sumado al 25% que posee Chile y al 10% de Argentina, los tres países contarían con el 85% de las reservas, por lo que podrían marcar el precio de un material que, también ahora pero mucho más en el futuro, va a convertirse en indispensable para la fabricación de baterías para los coches eléctricos y otro tipo de productos tecnológicos.

La noticia de las negociaciones para la creación de una OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) relacionada con el litio, ha partido del diario Clarín. En sus páginas, el director de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica del ministerio de Ciencia, Rodolfo Tecchi, subrayó que «en un futuro cercano y con una producción plena, Bolivia, Argentina y Chile van a manejar el mercado del litio. Podrían hacerlo en una suerte de OPEP».

Sin embargo, y por el momento, los tres países juegan diferentes roles en el mercado del litio. Chile es en la actualidad, por su condición de país netamente minero y su experiencia en la extracción y venta de cobre, el primer exportador del mundo del mineral. Vende anualmente 12.000 toneladas (44%), seguido por Australia (25%), China (13%) y Argentina (11%).

Los datos son claros. El territorio de Bolivia es, gracias al Salar de Uyuni, que con más de 10.000 kilómetros cuadrados es el mayor del mundo, el principal contenedor de litio. Por el contrario, el proceso de extracción, exportación está, como puede verse, paralizado. El Gobierno boliviano ha asegurado que no pretende convertirse en un mero exportador de la materia prima, sino de productos industrializados en un proceso en el que el Estado tomará bajo su control.

Tal vez por eso, pero ante todo por la falta de capacidad económica del Estado, Bolivia está desaprovechando un momento que, por el contexto tecnológico, puede serle beneficioso. Mientras Argentina comenzó a producirlo a finales del pasado año, el Gobierno de Evo Morales se encontraba en mitad de la promoción de su Salar y haciendo llamamientos a la inversión extranjera para que acudiese a colaborar con su país.

Japón ha sido el último país en responder al llamamiento que Evo Morales. Su Gobierno ha presupuestado una inversión pública de 902 millones de dólares (655 millones de euros) hasta 2014, para la fabricación de carbonato de litio, litio metálico y baterías de litio. Sin embargo, para la última fase del proceso, la de transformación, Bolivia busca tecnología extranjera que venga acompañada de inversión privada o pública. Es por eso que diferentes países (China, Irán, Corea del Sur…) han mostrado su interés en participar.

Sin embargo, Bolivia no parece convencida de las ofertas de empresas privadas que ha recibido. Morales, afirmó a finales de octubre que ninguna de las empresas extranjeras que quieren explotar el salar de Uyuni cumplen la exigencia de su Gobierno de industrializar el metal en este país. Anunció a su vez la inversión estatal de 875 millones de dólares, a partir del 2011 y ofreció a la comunidad internacional 100 millones de toneladas métricas de reserva de litio existentes en los salares de Uyuni y Coipasa para el cambio de la matriz energética mundial, en la esperanza de evitar un mayor el calentamiento global.

Sin embargo, mientras Bolivia proyecta a largo plazo, Argentina ya ha comenzado con la explotación industrial en el tercer yacimiento más importante del mundo de este mineral y Chile lleva tiempo aprovechando el tirón. Una estrategia demasiado conservadora, con un mercado tan cambiante como el de las telecomunicaciones, podría costarle caro a Bolivia. Por el contrario, si todo sigue como hasta ahora, el litio podría convertirse para el país lo que el petróleo es para Venezuela. Una OPEP de países productores ayudará mucho en esta situación.

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