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Tras la crisis, la presidenta refuerza su independencia y el ya ex ministro no aterriza del todo mal

Dilma mantiene a Palocci en Petrobras

La reciente dimisión del ministro de la Presidencia brasileño, Antonio Palocci, ha abierto un nuevo escenario en el que la incertidumbre y la expectación en torno al gobierno de Dilma Rousseff son máximas. Por un lado, porque Palocci era el encargado de lidiar con el sector privado brasileño y de garantizar el liberalismo que tan bien ha impulsado la economía del gigante sudamericano en los últimos años. Por otro, porque, al ser un hombre de Lula, su salida del gobierno individualiza a Dilma Rousseff, hasta ahora “tutorizada” en sus decisiones por el popular ex presidente, que se oponía a la dimisión de Palocci, que sin embargo no ha aterrizado mal del todo: seguirá siendo consejero de Petrobras. La reciente dimisión del ministro de la Presidencia brasileño, Antonio Palocci, ha abierto un nuevo escenario en el que la incertidumbre y la expectación en torno al gobierno de Dilma Rousseff son máximas. Por un lado, porque Palocci era el encargado de lidiar con el sector privado brasileño y de garantizar el liberalismo que tan bien ha impulsado la economía del gigante sudamericano en los últimos años. Por otro, porque, al ser un hombre de Lula, su salida del gobierno individualiza a Dilma Rousseff, hasta ahora “tutorizada” en sus decisiones por el popular ex presidente, que se oponía a la dimisión de Palocci, que sin embargo no ha aterrizado mal del todo: seguirá siendo consejero de Petrobras.

Y es que, finalmente, los peores augurios para el gobierno de Dilma Rousseff se cumplieron. Antonio Palocci, ministro de la Presidencia, dimitió esta semana de su cargo, acosado por la opinión pública y la oposición brasileña, que han venido presionando en las últimas semanas para que explicara por qué su patrimonio se ha incrementado veinte veces en los últimos cuatro años. Sin embargo, a pesar de que tanto la Bolsa como la moneda de Brasil han caído levemente desde el lunes, los mercados no han castigado al gigante sudamericano tras la noticia.

A pesar de que Palocci no ha sido imputado por ningún delito por la Fiscalía, su situación era crítica y ha elegido dimitir para no dañar al gobierno de Dilma Rousseff. La salida de Palocci supone la primera gran crisis del gobierno de la sucesora de Lula da Silva, ya que el político era considerado el hombre fuerte del gabinete y posee una gran vinculación con el mundo empresarial. La oposición de hecho ya recogía apoyos para solicitar una comisión de investigación en torno a su persona.

Palocci no ha aterrizado del todo mal, pese a sufrir su segundo escándalo de corrupción y su segunda dimisión en tan sólo cinco años, ya que continuará siendo consejero de la importante petrolera Petrobras. «Es un hombre con altas competencias y su renuncia al gobierno no está relacionada con su mandato» en la empresa, ha señalado su presidente, José Sergio Gabrielli. Un hecho que supone un alivio para el que ha sido uno de los hombres más poderosos de Brasil.

La senadora Gleisi Hoffmann, del Partido de los Trabajadores (PT) y esposa del ministro de Comunicaciones, Paulo Bernardo, ha sido la elegida para suceder a Palocci. Una decisión en apariencia sorprendente, ya que hasta el momento Dilma había seguido los consejos de Lula en la composición de su gobierno y políticas. En ese sentido, Palocci era un auténtico “hombre de Lula”, de cuyo gobierno fue también ministro, hasta que otro escándalo le obligó a dimitir en 2006. La elección de Hoffmann, cuya experiencia en política es poca, supone toda una declaración de intenciones, ya que analistas y políticos brasileños esperaban que Dilma escogiera a alguien relacionado con el entorno de Lula y su legado.

La cuestión está ahora en de qué manera afectará al gobierno de Dilma Rousseff la salida de Palocci, un político con unas fuertes vinculaciones con el sector privado y financiero y encargado de solucionar los posibles problemas que surgieran en ese campo de gobierno. De hecho, Palocci fue uno de los principales responsables del crecimiento exponencial en que entró Brasil durante el tiempo en que Lula ocupó el poder, por lo que los analistas ven con preocupación su salida.

La caída de Palocci se aceleró en los últimos días. Según desveló el diario Folha de Sao Paulo, el mandatario en los últimos años ha hecho compras inmobiliarias (un piso y una oficina) por valor de alrededor de 4,5 millones de dólares, una cifra muy alejada de los 230.000 dólares que había declarado como patrimonio antes de 2007 y los 600.000 que cobró durante su mandato como congresista, que terminó en 2010. La explicación de Palocci de que esos ingresos ocultos que le permiten realizar esas compras proceden de una empresa, Projeto, que fundó en 2006, no han convencido ni a la oposición, ni a los medios, ni a la Fiscalía. Palocci sostiene que cobró por asesorar a empresas, de las que sin embargo, se ha negado a dar los nombres.

Las noticias económicas para Brasil siguen siendo buenas, a pesar de todo. En los últimos meses, analistas y organismos internacionales habían avisado a Brasil de que la entrada de capitales, la inflación y el crecimiento desbocado de su economía podían dar lugar a una burbuja de fatales consecuencias. Ahora, tras los denodados esfuerzos de Dilma por enfriar la economía brasileña, parece que comienzan a aparecer los primeros resultados. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, ha hecho público que durante el 2011 el crecimiento de Brasil se situará en un 4,5%, mientras que en 2010 creció a un 7,5%, la tasa más alta de las últimas tres décadas.

La caída del consumo familiar, motivada por la inflación, y la subida de los tipos de interés puesta en marcha por el Banco Central brasileño son las causas principales de ese enfriamiento. Tras el primer trimestre de 2011, el crédito se ha expandido un 13%, lo que supone un 7% menos que hace justo un año, cuando aumentaba a un ritmo del 20%.

Así, Brasil se encamina hacia un futuro brillante, en el que la salida de Palocci no debería preocupar. Sin embargo, está por ver hasta qué punto Hoffmann podrá lidiar con los sectores financieros como lo hacía Palocci, y si la apuesta de Dilma por construirse un futuro, más independiente de Lula, tiene éxito y la lleva a la consolidación.

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