«Es el primer acuerdo bilateral para cooperación nuclear pacífica entre Estados Unidos y México», ha dicho un portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, que ha hecho hincapié en que supone «un paso más en los cerca de 80 años de cooperación nuclear civil entre ambos países».
Así, ha defendido que el pacto «establece las condiciones para un comercio nuclear civil continuado con México» y ha explicado que este tipo de acuerdos «dan un marco legal para la exportación de material nuclear, equipamiento y componentes desde Estados Unidos a otros países».
Por ello, ha señalado que «este acuerdo da un marco exhaustivo para la cooperación nuclear pacífica con México a partir de un compromiso mutuo de no proliferación» y que «permitirá la transferencia de material nuclear, equipamiento, incluidos reactores, componentes e información para investigación nuclear y producción de energía nuclear».
México destacó en 2018 tras la firma del acuerdo que el mismo da al país acceso a tecnologías que «permitirán seguir impulsando los sectores productivos y de desarrollo social», al tiempo que aseguró que el pacto «responde al interés del país de fortalecer su sector nuclear de manera segura».
«En particular, el acuerdo otorga certeza jurídica y fortalece nuestra cooperación bilateral en el desarrollo y uso internacional de la energía nuclear con fines pacíficos y preservando el medio ambiente», dijo entonces el Ministerio de Exteriores mexicano, que arguyó también que el acuerdo facilita y amplía el intercambio de información, tecnología, equipos, materiales, servicios y mejores prácticas de políticas públicas y regulación «para los usos pacíficos de la energía nuclear».