El organismo estima que la región crezca un 2,2% en 2023, logrando la mayoría de los países revertir las pérdidas originadas por la pandemia.
Sin embargo, el Banco Mundial ha remarcado que las secuelas a largo plazo de la crisis pandémica persisten y necesitan atención. La tasa de pobreza a nivel regional se elevó a 27,5% en 2021 y sigue por encima de su nivel prepandémico de 25,6%, mientras que las pérdidas de aprendizaje podrían resultar en una reducción del 10% en los ingresos futuros de millones de jóvenes en edad escolar.
Para evitar el regreso de las bajas tasas de crecimiento de la década de 2010, el Banco Mundial sugiere que los países de la región lleven a cabo una serie de reformas estructurales «largamente postergadas» y aprovechar las oportunidades que ofrece una economía mundial «cada vez más verde».
«Nos encontramos en un entorno mundial de gran incertidumbre, que podría impactar en la recuperación pospandemia. No obstante, a largo plazo los desafíos del cambio climático serán aún más apremiantes, lo que nos obliga a avanzar de forma urgente hacia una agenda de crecimiento más verde, más inclusiva y que eleve la productividad», ha señalado el vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Carlos Felipe Jaramillo.
Por otro lado, el informe apunta que en los últimos 20 años los países de América Latina y Caribe perdieron el equivalente al 1,7% de su PIB anual a causa de los desastres relacionados con el clima, mientras que unos 5,8 millones de personas podrían caer en la extrema pobreza en la región para el año 2030.
El economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, William Maloney, ha subrayado que, no obstante, Latinoamérica disfruta de «tremendas ventajas comparativas verdes», que brindan a la región la oportunidad de generar nuevas industrias y exportaciones.
Entre sus atributos la región cuenta con potencial en energías renovables, grandes reservas de litio y cobre y un gran capital natural, elementos «cada vez más valorados en un mundo donde el calentamiento global y la seguridad energética pasan al centro de la escena», según Maloney.
En este punto, el Banco Mundial sugiere políticas para la fijación de precios que promuevan la adopción de las actuales tecnologías bajas en carbono, por ejemplo mediante reformas en los subsidios a los combustibles fósiles y el establecimiento de impuestos sobre el carbono y esquemas de comercialización de emisiones.
La institución también apuesta por mecanismos creíbles de verificación que posibiliten las primas de precios verdes, sistemas mejorados para identificar y adoptar tecnologías que mitiguen el impacto de la región sobre el clima y compromisos en términos de política, planes a largo plazo creíbles, inversiones complementarias y mecanismos de reducción del riesgo.