«La pandemia, que como toda gran crisis, era un nuevo aviso para reflexionar sobre nuestro camino (…) No entendimos ese aviso y nos estamos dirigiendo hacia otra crisis. Una, quizás incluso más grande, como lo fue la Segunda Guerra Mundial después de la Gran Depresión», ha aventurado durante su intervención en la 76 Asamblea General de Naciones Unidas.
«Estamos en un mundo cada vez más acelerado, más desunido, más ansioso, más pesimista y más individualista. Un mundo en donde casi nadie sabe hacia dónde vamos, o al menos adónde quisiéramos ir. Resolviendo problemas momentáneamente, saltando de crisis en crisis hasta que lleguemos a una que no podamos resolver», dice.
A diferencia de otros jefes de Estado, Bukele no ha mencionado cuestiones tan en boga estos días en Naciones Unidas, como la crisis económica, el coronavirus, el cambio climático, ni siquiera ha abordado asuntos de política interna y ha preferido lanzar un discurso apelando a las emociones, en el que ha hablado incluso de la cercanía de un «colapso de la civilización».
«La civilización es frágil. El avance de la humanidad también. Y estamos fallando en ese avance. Una crisis más y podríamos perder mucho más, y mucho más rápido, de lo que creemos posible», insiste el presidente salvadoreño, quien cree que la solución está en los «logros y errores» de las civilizaciones anteriores.
Así, si bien hay que mirar hacia el futuro, Bukele ha subrayado le necesidad de respetar las «tradiciones», las «costumbres» y la «cultura», aquellas cosas, ha dicho, «que nos hacen ser una civilización».