El Gobierno de Colombia ha anunciado este lunes que la crisis sanitaria en el país provocada por la pandemia de coronavirus no afectará a las partidas destinadas a sufragar los beneficios derivados de la firma de los acuerdos de paz, de los que se benefician 2.893 antiguos guerrilleros de las ya extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que residen en los 24 espacios de reincorporación habilitados por las autoridades.
Las autoridades colombianas han confirmado que los antiguos miembros de las FARC que se han acogido a los planes de reinserción y residen actualmente en los 24 espacios habilitados para ello por todo el país no verán mermadas las ayudas del Gobierno, que incluyen abastecimiento de alimentos, así como asignaciones y los jornales mensuales, que equivalen al 90 por ciento de un salario mínimo.
En ese sentido, el Gobierno también ha comunicado que se reforzarán las medidas sanitarias, después de que se alertara desde algunos asentamientos de la posibilidad de que el personal y los recursos médicos a los que podían acceder los antiguos guerrilleros fueran requeridos, como parte de las medidas para reforzar los hospitales de las comarcas.
Al igual que el resto de ciudadanos, los antiguos combatientes y sus familias también cumplirán con la cuarentena obligatoria y caerá en la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) la gestión de los problemas que la pandemia pueda causar en estos 24 espacios habilitados por el Gobierno.
No obstante, deberán acudir en caso de contagio a los hospitales situados en los municipios, los cuales se encuentran, en algunos casos, a cuatro horas de distancia de donde residen estas personas, ha explicado el diario colombiano ‘El Espectador’.
Entre las medidas del Gobierno para reforzar el sistema y los controles sanitarios en estos espacios de reincorporación están la apertura de líneas telefónicas habilitadas por las distintas secretarías regionales de Salud y los hospitales más cercanos a estos lugares, así como la entrega de 6.435 juegos de aseo personales de prevención y 80 de limpieza y desinfección de áreas comunes.
«El seguimiento estricto de estas medidas y la articulación que hemos logrado en cada territorio con las entidades de salud nos permitirá contribuir a la prevención de los casos y disminuir la propagación de la enfermedad», ha explicado el director de la ARN, Andrés Stapper, quien también ha añadido que se llevará a cabo un seguimiento especial de aquellas personas que se encuentren dentro de los grupos de riesgo.
La ARN ha explicado que en cuanto al abastecimiento de alimentos, los proveedores seguirán llegando a estos asentamientos, pero siguiendo «las medidas necesarias para garantizar la seguridad alimentaria». Por otro lado, ha asegurado que se mantendrán las comunicaciones con alcaldías y gobernaciones para que los productos elaborados por los antiguos guerrilleros sigan siendo comercializados.
Ante la escasez de mascarillas, y aprovechando algunos de los pequeños talleres y fábricas de los que disponen algunos de estos lugares, miembros de la antigua guerrilla están colaborando con las autoridades y confeccionando mascarillas. Es el caso, por ejemplo, del espacio de reincorporación Antonio Nariño de Icononzo, en el centro del país, que suministra a los hospitales de la zona unas 300 mascarillas diarias.
La que fuera la guerrilla más grande del país firmó hace tres años un acuerdo de paz por el que se comprometía a deponer las armas para dar el salto a la vida civil. Desde entonces, se han logrado «avances significativos». El más importante es la conversión del grupo armado en partido político, pero aún quedan retos, como frenar la ola de violencia que sacude el país.
El 24 de noviembre de 2016, el entonces presidente, Juan Manuel Santos, y el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, alias ‘Timochenko’, rubricaron un acuerdo de paz que se había tardado en negociar más de cuatro años y que necesitó unos retoques finales para superar el ‘no’ que se impuso por la mínima en el referéndum para ratificarlo.